Lolita Ritmanis, compositora letón-estadounidense y ganadora de los premios Grammy y Emmy, protagonizó la sesión de la tarde, del miércoles 12 de julio, en la tercera jornada de la FIMUCITÉ Film Scoring Academy, con su taller sobre El desarrollo de los mockups digitales. Miniaturas que edifican la arquitectura sonora digital. La compositora es cofundadora de la Alliance For Women Film Composers y también fue presidenta durante tres años. Su dilatada trayectoria profesional destaca por dar vida a las bandas sonoras de diversas series animadas, entre ellas Teen Titans (2006), Scooby-Doo Adventures (2012-2018) o Marvel Rising (2018); de películas, como Broke Sky (2007) o La otra cara de la guerra (2019), y de documentales, Wild Daze (2020), pero también por dirigir orquestas sinfónicas en directo.
Ritmanis empezó tocando el piano con tan solo cinco años y ya lleva más de cinco décadas en esta industria. Su experiencia le ha hecho ver que «hay muy pocas mujeres que hagan composición de música». Motivo suficiente para que la artista siempre esté abierta a trabajar y colaborar con nuevas voces feministas y de otras etnias. Además, explicó que para conseguir un hueco en este negocio es fundamental crear un estrecho vínculo con los directores y productores. «Lo más importante una vez te dan el trabajo no es apurarte a componer, sino tener una conversación con dirección», afirmó ella. Por lo general, puede que el proyecto ya tenga un tono sonoro establecido, pero Ritmanis suele apostar por su propio estilo, sin cerrarse a otras opciones, y «sorprender haciendo algo todavía mejor».
Young Justice
La artista desgranó su proceso de creación de la banda sonora, en colaboración con el compositor Michael McCuistion, para las cuatro temporadas de la serie animada Young Justice. El tema tenía que ser épico y contemporáneo. Ritmanis comentó que «los productores buscaban sonidos diferentes y modernos para este show«. Al final optaron por crear diferentes capas de sonidos de piano, cuerdas y otras melodías menos propias de la tradicional orquesta para añadir ese toque pop. La banda sonora fue bien recibida por producción y la compositora supo conservar su marca musical.
Lolita Ritmanis aseguró que la competición en este negocio es muy alta y que hay personas muy creativas, que experimentan con los instrumentos y exploran nuevos sonidos. Por esta razón, ella enfatizó la importancia de invertir en equipos profesionales de calidad, librerías de sonidos, sintetizadores o guitarras para conseguir las mejores y más reales melodías. «Creo de manera firme que la regla general [en el mundo de la composición musical] es ser flexible y probar nuevos retos que despierten nuestro interés», añadió la intérprete.
La otra cara de la guerra
El filme, basado en la Segunda Guerra Mundial y ambientado en Letonia, tuvo un impacto emocional en Ritmanis, ya que su familia procede de este país. «Metí mi alma por completo en la creación de la banda sonora», detalló la compositora. El resultado fue una música triste, desgarradora y melancólica, en la que mezcló sonidos de chelo, flauta, trompa y coro. La banda fue un gran éxito y la llevó a las nominaciones de los premios Óscar. Explicó que «la música ayuda mucho a contar la historia», pero que nunca pretende que su composición se entrometa en la narrativa.
La artista invitó a las personas asistentes, una gran parte de ellas aspirantes a trabajar en esta industria musical, a que siempre compongan con sus estilos y sin miedo a perseguir sus sueños: «El mejor sitio y el más honesto es el de conectar con tu pasión y de verdad amar la música». También desveló que en Hollywood ya no están interesados, de manera exclusiva, en los compositores estadounidenses, sino que están buscando voces nuevas, de otras partes del mundo, de etnias variopintas y con visiones diferentes sobre la música. «Luchen por sus metas y no se desanimen. Disfruten de la vida pensando en todo lo que pueden aportar, y no en lo que pueden recibir», concluyó Lolita Ritmanis.