La ciencia ficción se consagra en Fimucité de la mano del compositor Ben Foster

La cúpula del Auditorio de Tenerife Adán Martín se convirtió en las paredes de una nave espacial en la Gala de Clausura La verdad está ahí fuera de la XII edición de Fimucité. Así se cerró el sábado una programación que a lo largo de dos semanas ha tomado las riendas del espectáculo musical de la Isla y la ha situado a nivel internacional. La Orquesta Sinfónica de Tenerife, dirigida por el maestro y compositor Ben Foster, junto a la Tenerife Film Choir y el Coro Polifónico de la Universidad de La Laguna, acercó al público un espectáculo multimedia que fantaseó a lo largo de tres horas con las posibilidades de llegar allá, por encima de nuestras cabezas, a esas galaxias que aún son tan lejanas.

Durante el acto también se produjo la entrega de la primera edición de los Premios de la Música para el Audiovisual Español, de la mano del propio festival y de la Asociación de Compositores de Música para Audiovisual (Musicmage), quien reconoció la obra de Carlos Martín Jara por la partitura de Otros mundos (Alfonso Cortés Cavanillas, 2017). Además, recibió el galardón FIMUCITÉ – Antón García Abril 2018, un premio que reconoce la labor de figuras fundamentales en la música para el cine a nivel internacional, a Laura Karpman, ganadora en cuatro ocasiones del premio Emmy, que ha desarrollado una amplia carrera en el sector audiovisual y fue elegida en 2016 como la primera mujer directora de la rama musical de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas estadounidense.

Comienza el espectáculo


Dividido en dos partes, Ben Foster, conocido sobre todo por su trabajo en la serie de la BBC TV Doctor Who, dirigió con una rigurosidad y exactitud imperturbables a la Sinfónica a lo largo de un recorrido que acercaría las obras más emblemáticas del género de ciencia ficción. Es sabido que el alma de las orquestas se concentra en la intención que le dan sus conductores a las obras que tocan y, en este caso, Foster estuvo a la altura de los acontecimientos.

Comenzando con Life, de Prometheus (Ridley Scott, 2012), el recinto se convirtió en una amalgama de luces, música e imágenes que sumergieron a los tripulantes de la nave en un sueño lleno de asteroides, seres de otros espacios y sobresaltos ante la posibilidad de encontrarse con algo, o alguien, inesperado. Las bandas de ciencia ficción apenas son reconocibles por el gran público, tal y como mencionaba Christopher Young, uno de los artistas invitados en esta edición, y normalmente caen en el olvido debido al escaso triunfo de la película a la que acompañan.

No obstante, en la siguiente pieza, Adé da Costa, el solista en Distrito 9 (Neill Blomkamp, 2009) arrancó con su voz uno de los momentos más conmovedores de la noche. Sus ojos cerrados se dejaban arrastrar por unas notas que apelaban a las profundas raíces del ser humano, que se enfrenta a su propia destrucción. De repente, el rostro de Jodie Foster espera pacientemente en Contact (Robert Zemeckis, 1997) a las señales extraterrestres. Esta banda sonora mostró una línea más melódica, un punto de inflexión durante la velada, que se diferenció de las partituras oscuras y experimentales del género.

Otro momento especial fue el de Ennio Morricone, uno de los grandes maestros compositores, que experimentaría con el terror en La cosa (John Carpenter, 1982). Seguidamente, en Fimucité se rindió homenaje al músico islandés Jóhann Jóhannsson con la audición de la banda sonora de La llegada (Denis Villeneuve, 2016), quien murió en febrero de este mismo año, cuya foto apareció acompañado por una de sus últimas invenciones.

Y, cómo no, bajo la atenta mirada de su creador, Ben Foster se encaminó a la ejecución de Species (Roger Donaldson, 1995) una suite realizada por Christopher Young, su espalda se irguió en su asiento levantándose, finalmente, para celebrar el triunfo de su amigo, orgulloso por haber presenciado en directo su exquisita interpretación. Otro tanto sucedió con Laura Krapman en la miniserie de TV Abducidos (Steven Spielberg, 2002), a la que Foster buscó entre el público para homenajearla.

Fimucité (Foto Aarón S Ramos)

La recta final


Tras el descanso, sobre las tablas del escenario se subió la solista Lydia Kavina, cuyo acompañante fue el theremin, uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos que se inventó en la primera década del siglo XX y que se controla sin necesidad de contacto físico. Hay pocas ocasiones para disfrutarlo, y gracias a Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1951) y Mars Attacks (Tim Burton, 1996), la intérprete rusa pudo desplegar esas sonoridades propias de otros mundos.

El mundo de la animación no se queda atrás, primero ocurrió con Thunderbirds are Go! (2015), la obra del propio director y su hermano, Nick Foster, al cual abrazó al término de esta. De la naturaleza y la ebullición de tierras desconocidas se trataba también, para atacar con ímpetu la recta final, la Suite de Elliot Goldenthal en Final Fantasy (Hironobu Sakaguchi y Motonori Sakakibara, 2001), una obra cargada de fuerza que muestra cómo cualquier tipo de formato encuentra cabida en el festival.

De repente, en la tarima apareció una mujer de traje rojo con el signo V que, ante el horror del público, se comió la cabeza de una rata… Este fue el guiño a la serie de televisión V, de 1984, que supuso un éxito durante la década y encontró a sus espectadores en aquella sala que disfrutó como nunca de la ciencia ficción.

Fimucité mima a su público, y así se lo demostró con el bis que se realizó como colofón final a una noche plena: Predator (John McTiernan, 1987). Una vez más, el público en pie, ovacionó a todos los invitados que subieron al escenario, protagonistas de esta edición, y al esfuerzo titánico de aquellos que hacen posible un año más Fimucité. Un evento al que, sin duda, le quedan muchos más éxitos que dar.

 

  • Fotos: Aarón S. Ramos – Fimucité.