La dictadura de la risa llega a Charlas de Cine de la mano de Charles Chaplin

La sala, abarrotada; las luces, apagadas; los títulos de crédito que comienzan a aparecer en pantalla… Todos los elementos están dispuestos para que los cinéfilos disfruten de una buena sesión de humor y crítica, la primera de las cuatro que organiza Charlas de Cine en Multicines Tenerife. “La primera vez que Chaplin habló en la gran pantalla no fue en vano”. A David Fuentefría, profesor de Periodismo en la Universidad de La Laguna, un puñado de palabras le fue suficiente para definir la película que estaba a punto de ser proyectada: El gran dictador. Y es que este gran director, que vivió la transición del cine mudo al sonoro y del blanco y negro al color, no precisaba de mayores artificios para ser presentado.

“Si fuera miembro de la cúpula de la UNESCO, esta cinta ya formaría parte de nuestro patrimonio de la humanidad”, prosiguió Fuentefría. En forma de hilarante comedia, el clásico de Chaplin narra la historia de un judío barbero que combatió en la Primera Guerra Mundial. Amnésico por culpa de un accidente de avión, cuando regresa a su hogar se dará cuenta de que el período de entreguerras ya ha acabado. Así, tendrá que enfrentarse a las persecuciones de judíos organizadas por Adenoid Hynkel, un dictador fascista, trasunto de Hitler, que ha ascendido al poder.

Aunque erigida casi íntegramente por el mítico Charlot (fue director, guionista, productor y actor por partida doble), no fueron pocos los rompecabezas que El gran dictador planteó a su creador. Manuel Díaz Noda, director y presentador de Días de radio, noches de cine, explicó que fue muy difícil recaudar el dinero necesario para la película, puesto que Hollywood estaba plagada de simpatizantes de Hitler. Pese a ello, el filme se convirtió en un éxito de taquilla y en una abanderada sistemática de la oposición de Estados Unidos a los regímenes fascistas.

El cine como una crítica a la política


Pese a que en América se estrenó en 1940, el historiador de cine Fernando Iturrate confesó que tuvo que esperar más de treinta años para poder verla en pantalla grande, tras la muerte de Franco. El profesor también quiso denunciar la falta de educación cinematográfica entre los jóvenes. “Para un adolescente”, aseguró, “los filmes de la década de los 80 le parecen lejanísimos en el tiempo”.

Como contrapunto, Fuentefría argumentó que Chaplin era un visionario y que por esta razón su obra se había quedado fijada en la memoria colectiva. Señaló que se trataba de “una mentalidad artística de valor incalculable” que ya había dado muestras de adelantarse a su tiempo, como durante la Gran Depresión, cuando el director decide actuar y consumar su rebeldía a través de la reacción artística plasmada en «Tiempos modernos» (1936).

Según Díaz Noda, en esta misma cinta queda patente esa actitud combativa desde el cine con el objetivo moral de evidenciar los grandes males de la humanidad mediante el humor. “Las comedias de Chaplin tienen un factor físico que, aunque muy básico, nos sigue enganchando, como los golpes o caídas”, expuso el ponente. Todos los tertulianos coincidieron, asimismo, en señalar las partes en las que Hynkel “habla” en alemán como sus momentos de parodia favoritos.

Matar al totalitarismo a golpe de risa


Por su parte, Vanesa Bocanegra apuntó que “toda la sala se reía a carcajadas pese a que el tema que se aborda es un gran drama”. Según su propia visión, esto se debía a que tanto las formas como su contenido perduran en el tiempo. Así, coincidió con Iturrate al calificar de “atemporal e inapelable” el discurso antifascista del final de la película. Bocanegra, que reconocía en el personaje de Mr. Bean muchos de los gestos característicos de Chaplin, defendió el tono humorístico con el que el director londinense retrató al nazismo. Subrayó, así pues, el gran mérito que suponía para Chaplin contar de tal modo una historia coetánea, de la que se desconocía su verdadero alcance.

Bocanegra terminó por invitar a todos los presentes a la próxima cita de Charlas de Cine con el ciclo de Chaplin, que tendrá lugar el 15 de junio con la proyección de La quimera del oro. “Hoy hemos disfrutado de una película de casi 80 años, mientras que en otras salas proyectaban Jurassic World”, concluyó, “Aunque ambas son disfrutables, debemos revisitar de forma asidua la historia del cine porque es ahí donde residen las grandes obras maestras”.