STAR WARS VIII: El acertado culto a la iconografía

La séptima entrega de la saga Star Wars, «El despertar de la fuerza», produjo un ruido inabarcable antes y durante su estreno. La realidad bien fue otra después de abandonar las abarrotadas salas de los mejores cines, tras haber entrado con una ilusión galopante, con unas expectativas y apuestas por las nubes. Sin embargo, todo se redujo a una repetición equivocada de los símbolos de siempre de «La Guerra de las galaxias», aquellos con los que George Lucas fue capaz de dejar huella en la historia del cine: el Halcón Milenario, Han Solo, Luke Skywalker e incluso Darth Vader. La intención más bien fue hacer una memoria genérica, una película repleta de emotividad simplemente pero que estuvo a punto de apear a miles de feligreses de la religión creada por Lucas en su momento.

Pero, en esta ocasión, el reciente y aún fresco estreno de la nueva película, «Star Wars VIII: Los últimos Jedi», no coincide con las posibles falsas expectativas que se dieron hace dos años, sino más bien todo lo contrario.

Episodio VIII: El acertado culto a la iconografía

El sistema de imágenes simbólicas fue perfecto en este último episodio. Es vibrante cómo se logra mezclar la vanguardia natural que contiene una nueva historia, una nueva trama, con la solera simbólica de los personajes que construyeron lo que es y lo que significa la saga en la actualidad. En ciertos momentos, mientras esa maquinaria de mezcla de épocas funcionaba, parecía que el espectador se trasladaba a los episodios IV, V y VI de la primera trilogía, donde los personajes lo eran todo. La aparición de Yoda a Luke en la isla, antes de quemar los textos Jedi sagrados, fue intrigante a la vez que precisa. Yoda es uno de los personajes que aporta a los episodios ese carisma tan complejo de analizar, al mismo tiempo que es capaz de llenar la pantalla y de hacerle un ejercicio al público de simbología y de recuerdos. Además la caracterización se realizó tal y como se hizo originalmente, tanto física como psicológicamente ya que no se encuentra a ese Yoda frustrado y decaído de la segunda trilogía, sino a ese «viejo» que disfruta de su longeva experiencia.

star-wars-the-last-jedi-luke-skywalker-world-series-tv-spotOtro caso es el del Halcón Milenario al que, ciertamente, se trata con un mimo exquisito. A la nave milenaria no le alcanzan en batalla en toda la película, ningún cañón se atrevería a darle, así como ningún director la mandaría destruir. Los mejores planos, la imposibilidad del enemigo, la esperanza de la resistencia, su forma achatada y su color blanco menguante es el alma, sin lugar a dudas, de la tirada galáctica. En efecto, la muerte de Han Solo puede que haya sido la última puñalada al corazón de los románticos de la tradición cinéfila.

Pero, a decir verdad, el personaje de Luke Skywalker es el icono en el que se apoya la vanguardia y la solera de la que se hablaba; Es el acicate en el que el film ha logrado su brillantez iconográfica, porque Luke forma parte de la nueva trama pero, por otro lado, es misión imposible olvidar la figura de Mark Hamill en los cimientos de las películas.

Todo lo anterior también se demuestra con «emblemas» como R2D2 y el nuevo androide BB-8, C-3PO, Chewbacca, la princesa Leia,… Que permite coronar una verdadera recopilación.

Al fin y al cabo, Star Wars nunca será olvidada, pase lo que pase con el devenir del juego de las expectativas. Y es que la banda sonora que trepa por la pantalla del cine es culminante:

Es el funámbulo que jamás tocará el suelo, el funámbulo del cine.