El chicle que une a todos los personajes de esta serie es la diversidad de géneros y formas que se abren camino en cada episodio. “Chewing Gum” no resulta innovadora en el género de le comedia, pero sí reveladora, en cierto modo. Su protagonista, Tracey (Michaela Coel), es parte de un crisol de símbolos y referencias que se atreven a hacer una honda crítica a los motivos raciales o el fenómeno chav. Incluso se aúpa al feminismo y empodera a sus personajes femeninos para que se enfrenten a los muros de un costumbrismo y hermetismo patriarcal evidente.
En un bloque de pisos, nacen y coexisten todo tipo de inteligencias. Y resulta muy agradable ver cómo cohabitan y se relacionan a través del enfoque cómico y vívido con el que se narra la historia de Tracey. Al estilo de un falso documental, por momentos, se da pie a una serie que refleja la vida y evolución de las personalidades humanas. Prácticamente todos los personajes acaban descubriendo algo nuevo de ellos mismos a medida que avanzan los capítulos.
Con un desarrollo argumental bastante sencillo, se construyen nuevos personajes en base a historias tipificadas, pero también se da pie a que se reconstruyan a sí mismos. Al final del todo, la serie creada por Tom Marshall deja una sensación positiva de un ecosistema en el que todos los engranajes funcionan, cambian y se entienden entre ellos. Y, aunque difuminado por el enfoque cómico, también se perfilan los deseos y aspiraciones de Tracey, Connor (Robert Lonsdale) o Aaron (Kadiff Kirwan), y se les otorga cierta profundidad psicológica y motivos para interpretarles. Su sentido humanista pervive y brilla con fuerza en momentos sensibles de su argumento; es un retrato de todos nosotros.
Al final, la serie y todos sus personajes nos invitan a divertirnos y a conocernos, a aceptarnos y a no sentir vergüenza incluso. No obstante, lo peor es que parte de unas referencias excesivamente canónicas en la industria de la comedia inglesa (el chav, los barrios, la droga, o el sexo, entre otros) que le restan originalidad a la producción. Pero el sabor que deja en la punta de la lengua es positivo y optimista; lo cíclico se rompe y las oportunidades aparecen donde menos te lo esperas.
Por cierto, la serie, que contaba con una sola temporada desde que se estrenase en 2015, ha vuelto a la pantalla pequeña, la pequeñita, hace unas semanas en el canal inglés E4.