Una historia de amor que surge entre el espionaje y la guerra, y es capaz de hacernos creer que dos completos desconocidos, Max (Brad Pitt), y Marianne (Marion Cotillard), convencen a todo su entorno en su primer encuentro, de que son un matrimonio perfectamente avenido. El único fin de parecer una pareja enamorada es ganarse la confianza de su enemigo para atentar contra altos cargos nazis del régimen de la época en Marruecos.
Ambientada en la segunda guerra mundial, en el año 1942, esta producción nos describe un amor inverosímil y una trama destemplada dirigida por Robert Zemeckis, quien durante 124 minutos nos entretiene, pero no nos entusiasma. Deja al espectador con la sensación de estar viendo un homenaje a “Casablanca”, pero con las carencias propias de una película en la que no terminan de conectar sus protagonistas porque falta química entre ellos, a pesar de hacer buenas interpretaciones. Es el típico relato de espionaje en el que un amor imposible intenta superar todas las adversidades con detalles de intriga, «suspense», amor, aventura, desconfianza y traiciones.
La película se limita a contar una historia romántica entre dos espías, impregnada de un clasicismo modernizado que no acaba de llenar las expectativas de la audiencia. La trama se resume en la presión que los superiores de Max ejercen sobre él, para que descubra la identidad secreta de la que él cree que es su mujer y de la que empieza a dudar. Promete pero no acaba de llegar, es lenta en su desarrollo y el final que el director muestra dos horas después, y que podría ser realmente la parte más aprovechable del rodaje, se queda en un desenlace decepcionante.
Zemeckis tiene, en su haber, producciones destacadas como la trilogía de “Regreso al futuro”, “Forrest Gump” o “Naúfrago”. Por ese motivo, “Aliados”, clasificada en el género de thriller romántico, se queda en una película tibia al lado de aquellas que consiguieron el éxito rotundo y que ocuparán siempre un espacio privilegiado en la historia del séptimo arte.