«The Crown»: ser reina en un reino de hombres

El 4 de noviembre Netflix estrenó «The Crown», una nueva serie que se aleja del biopic convencional, pero que mantiene el rigor histórico de los primeros años de reinado de Isabel II de Reino Unido.

Con Claire Foy, como Queen Elizabeth II, se da comienzo a una narrativa lineal y fiel a los hechos, en la que se dan breves saltos temporales al pasado, que, a su vez, retroalimentan la narrativa principal. Así, nos sumergimos en las intimidades del Palacio de Buckingham, sus habitantes y las profundas «heridas» de la familia real.

En su devenir histórico, la serie creada por el reconocido guionista Peter Morgan se mantiene fiel a los hechos hasta el punto de que la misma situación de posguerra y crisis social en la que se encontraba Reino Unido tras la II Guerra Mundial pasa a un segundo plano, para centrarse en las intimidades del Palacio, cómo mantener intacta la Corona, cómo permearse a los cambios de fuera, reconducir a la Iglesia y lidiar con el Gobierno. Lo cual nos recuerda a la ya desaparecida serie dramática de época «Downton Abbey» (2010), de la cual consigue hacer un elegante retrato, aunque no con la intimidad que el elenco y la historia de Downton dejaron tras sí después de seis temporadas.

Los costes de realización ascienden a 130 millones de euros, según The Market Watch. Netflix ha costeado la serie más cara de su historia. Y el resultado ha sido una realización excelente para un tipo de serie que requiere de una gran inversión para llegar a recrear algunos de los espacios y personajes más pomposos del Reino Unido de los años cincuenta. Entre ellos, Winston Churchill, interpretado por John Lithgow, con un acento y un fumar sublimes.

El convencionalismo es la norma para la Corona, pero esta serie rompe definitivamente con esas finas membranas. La norma se recrea y humaniza dentro de lo mecánico de las relaciones y los vínculos monárquicos. Ser reina donde reinan los hombres se ha tornado loable, y se ha acercado la historia que hasta ahora no se había retratado: la de una mujer, madre y esposa que también es reina. La del binomio enfrentado.

El resultado ha sido favorable. Un guion realista, natural y, paradójicamente, cálido, para una serie excelentemente realizada, con un montaje, vestuario y elenco aclimatados a la naturaleza de la temática.

De momento, leído y oído el éxito que está teniendo «The Crown», y al que me aúpo, solo cabe esperar a que se estrenen las cinco temporadas de diez capítulos que Netflix tiene planeadas.